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99. ¿Cuáles son las “cinco estrellas” que guían la pedagogía de Schoenstatt?

Para alcanzar esta finalidad, el P. Kentenich acentuaba "cinco estrellas guías" como rasgos esenciales del sistema pedagógico de Schoenstatt. Estas son: ...

Imagen foto_0000000199. ¿Cuáles son las “cinco estrellas” que guían la pedagogía de Schoenstatt? (Ver pregunta 82)

La pedagogía de Schoenstatt busca transmitir una experiencia natural-sobrenatural de amor construida sobre la libertad, ayudando por lo tanto a crear un nuevo hombre en una nueva comunidad: totalmente capaz de amar (a Dios, al prójimo y a sí mismo) en una comunidad cristiana (impulsada por un auténtico espíritu de familia).

Para alcanzar esta finalidad, el P. Kentenich acentuaba "cinco estrellas guías" como rasgos esenciales del sistema pedagógico de Schoenstatt. Estas son:

  • Pedagogía de vinculaciones (Ô 100)
  • Pedagogía de movimiento (Ô 105)
  • Pedagogía de alianza Ô 112)
  • Pedagogía de confianza (Ô 117)
  • Pedagogía de ideales (Ô 112)

Los "pilares fundamentales" del amor y la libertad se insertan en las "estrellas guías" de esta forma: el amor en las tres primeras, la libertad en las dos últimas

100. ¿Qué es la pedagogía de vinculaciones? (Ver pregunta 80)

La pedagogía de vinculaciones es parte de la educación al amor que promueve y defiende las vinculaciones a las personas, lugares, cosas, ideas y valores. Las vinculaciones son el fruto del amor y la forma de amar. El P. Kentenich aludía a esto citando a san Juan Bosco:

"Si quieres ser obedecido, ve si eres amado... ¿Quieres ser amado? Entonces, tú debes amar. Y esto solo no es suficiente. Debes dar un paso más. No sólo debes amar a tus estudiantes, sino que ellos deben saberlo también".

En otras palabras, construir una vinculación sobre el amor y la educación de toda la persona es posible. Esto puede hacerse en muchos frentes: en las relaciones personales, en la experiencia de sentirse acogido, en costumbres y ritos que recuerden profundas experiencias previas, etc.

Las vinculaciones no sólo involucran el entendimiento o la voluntad; específicamente comprometen el corazón y el alma, llegando a las profundidades de la persona. Es necesario un abanico vital de vinculaciones para desarrollar plenamente la propia capacidad de amar (ver "organismo de vinculaciones" Ô 22, 102). Pero no todos poseen un organismo vivo de vinculaciones; actualmente, muchas personas son extraordinariamente débiles en sus vinculaciones, lo que las hace también espiritual y emocionalmente débiles, con una vida disfuncional o, en casos extremos, incapaces de funcionar normalmente en la sociedad. Era la convicción vital del P. Kentenich que la enfermedad más profunda del hombre moderno radica en su incapacidad para vincularse. Va por la vida vagando de una persona a otra, de un hogar a otro, de una moda a otra, sin nunca echar raíces para experimentar lo que significa amar y ser amado incondicionalmente.

Una efectiva pedagogía de vinculaciones debe por lo tanto promover una amplia variedad de vinculaciones -a personas, lugares, ideas y valores. Empieza con la vinculación del educador hacia el educando, y de su auténtico interés en la vida del otro. A menudo sólo acogiendo al otro, escuchándolo y conociendo su importancia, se puede atravesar la fría indiferencia de la sociedad masa y dar al otro el impulso y la libertad para vincularse más profundamente. Ayudas a la vinculación incluyen signos externos como los que transforman una casa en hogar, o símbolos, música, arte y ritos que ayuden a borrar la indiferencia de un lugar o tiempo y proporcionen al alma la oportunidad de echar raíces. El tiempo es también importante -tiempo para las relaciones, tiempo para una reflexión tranquila, tiempo para Dios- de tal manera que la persona eche raíces. A veces se debe defender activamente las vinculaciones de vicios como el orgullo y la ambición, que lanza las sanas vinculaciones en la carrera de la gratificación mundana.

La propia experiencia de Schoenstatt de las vinculaciones le ayuda a realizar esta pedagogía. Tiene una rica experiencia de vinculaciones -al Santuario, a la Mater, al Padre fundador, a muchos símbolos y cantos, a su historia, etc.,- a las cuales recurrir y que le alientan a seguir trabajando en la creación de sanas vinculaciones.

La pedagogía de vinculaciones también depende de un pensar sano. El pensar moderno subestima y quiere romper vinculaciones que han tomado años, décadas y aún siglos en construirse. Este "pensar mecanicista" (Ô 103) necesita ser explícitamente enfrentado al "pensar orgánico" (¸104). Este fue el peligro que llevó al P. Kentenich a arriesgar la obra de su vida el 31 de Mayo de 1949 (Ô 187). La pedagogía de vinculaciones trabaja mano a mano con la pedagogía de movimiento (Ô 105) para ayudar a crear una cultura de vida en las relaciones; ambas se fortalecen cuando toman formas concretas en determinadas experiencias de alianza (ver pedagogía de alianza, Ô 22, 112)